domingo, 11 de abril de 2010

Martes con mi viejo profesor


Hacía bastante que no escribía porque como he dicho en alguna ocasión, no escribo por escribir, creo que es una pérdida de tiempo si no tienes algo importante que decir, ese tiempo que lo "malgastas" escribiendo es mejor que lo dediques a otras cosas que seguro que tienen mayor "provecho".

Si vuelvo a escribir es por un tema que me toca muy adentro, el magisterio, es decir , el aprendizaje. Pero no el simple hecho de que aprender te hace libre porque eso ya lo sabemos todos, sino el sentarse un momento donde estemos con la pantalla del ordenador y reflexionar sobre cómo ha sido esa enseñanza y cómo han sido esos "guerreros" que nos han ayudado (aunque a veces no lo hayamos creído) en esa lucha hacia la libertad. En ese camino a veces con tantas alegrías, otras con tantas penas y esfuerzo hemos sido ayudados por unas personas que aunque no todos, muchos nos han ayudado y no sólo en los momentos difíciles del aprendizaje de conocimiento sino en otros aprendizajes como por ejemplo sobre el sentido de la vida.

Quizá no reflexionamos nunca sobre esto, por el agobio que nos enseña la sociedad pero lo que me ha pasado esta tarde, me ha hecho reflexionar (y aunque ya lo había hecho otra veces no lo había puesto nunca en práctica) que hemos tenido en toda nuestra etapa educativa maestros que nunca olvidaremos. Esos que tuvimos en Infantil que aunque a veces no entendiéramos el porqué hacían esas cosas siempre quedarán en nuestra mente. Esos de Educación Primaria para algunos, para otros EGB, que eran como nuestras madres o nuestros padres quienes nos ayudaban a crecer y nos enseñaban a sumar y a restar, o esos de Secundaria que pensabas que no te iban a entender cuando tu les contases algo o que sólo estaban para darte la clase irse a su casa y tener unas vacaciones cobrada, o en el instituto ayudándote a adaptarte y a los problemas que te venían cuando empezabas a hacerte mayor al igual que cuando llegabas a la facultad que siempre estaba el maestro que te ayudaba en todo y que no sabías el porqué lo hacía.

En todos los sitios hemos pasado buenos y malos momentos, hemos tenido profesores buenos y no tan buenos. Pero aunque los primeros los podamos contar con los dedos de nuestras manos, son personas que no podremos olvidar porque no sólo el maestro tiene que enseñar los conocimientos que te exigen que enseñes sino mucho más, enseñar instrumentos para que en el futuro el discente sepa cómo actuar, valores y lo que es más grande, el sentido de la vida: el porqué estamos aquí, el porqué debemos amarnos los unos a los otros, el porqué de vivir y el porqué de la necesidad de libertad...
Tengo la gran suerte de que, aunque soy joven y me queda mucho por aprender, he empezado por el camino, he tenido unos grandes profesores que me han ayudado y que me ayudan a resolver mis problemas, a saber cómo actuar y cómo enfrentarme a ellos... Qué sería de la educación sin unos grandes maestros...

Me gustaría recomendaros la película que acabo de ver, un film extraído de un libro que tiene el mismo nombre: "Martes con mi viejo profesor".
Del que me gustaría extraer unas citas significativas:
- "La muerte es tan natural como la vida"
- "Maestro hasta el fin"

Podría poner muchas más pero prefiero que veáis primero la película, el análisis de las citas los dejo por cuenta propia.

Pd: A lo mejor os preguntaréis, y si no estáis salvados porque a buen entendedor pocas palabras bastan, la relación entre la reflexión previa y la película citada. Es la siguiente: seguro que has tenido algún maestro que te ha marcado, recuerda que es una persona como tu y yo y que seguro que ha tenido momentos bueno y malos en su vida, que no es maestro sólo en el aula sino también fuera de ella hasta su último segundo de vida te enseñará aspectos tan importantes que no podrás olvidar y es así como me gustaría ser a mí, una maestra que enseñe a mis alumnos todo lo que pueda y que les marque tanto que no puedan olvidarme. Es difícil, sí... pero, ¿acaso la educación es fácil?